Despiadado aumento de los productos colman la paciencia del pueblo



¿Qué es lo que justifica que los precios suban en un abrir y cerrar de ojos?  ¿Qué pasó en la noche, en la madrugada, para que amanecieran otros precios?, ¿cómo se llama esto? ¿economía criminal, guerra económica o ataque desmedido al derecho de adquirir alimentos para la supervivencia humana?

Los ciudadanos de a pie del municipio Colina, al igual que al resto de del país se preguntan a cada rato estas interrogantes, mientras que la respuesta más común de los comerciantes es que están vendiendo según el precio del dólar negro, aunque la mercancía no haya sido importada y sea de existencia vieja en sus depósitos. ¿Acaso los comerciantes pagan sus impuestos a precio del dólar paralelo? ¿Quién supervisa la entrada y circulación de esta moneda extranjera en nuestro País y en nuestros pueblos humildes?

Mientras esta situación continúe así sin establecer ningún tipo de control no vamos a salir nunca del atolladero.

Causa indignación saber que algunos comerciantes, se burlan descaradamente del gobierno, que es en quien el pueblo se afianza para enfrentar la voracidad desmedida de la mayoría de estos sujetos, que desde hace tiempo abandonaron la profesión de comerciantes para convertirse en bachaqueros.

El gobierno luce impotente para entrarle con fuerza al tema de la desbocada alza de precios. El tema es que el gobierno no arranca con la firmeza que el pueblo demanda y espera, pero tampoco la Constituyente se pronuncia contra las prácticas deshonestas, abusivas e intolerantes de los comerciantes.

De tal manera que alertamos al pueblo, para que estemos mosca y exijamos operativos fiscales del Sundde. Todos estamos incorporados, en algunos casos sin quererlo, al grupo de los descontentos o arrechos por no poder adquirir dichos productos y ver qué nadie termina de ponerle el cascabel al gato.

Cabe destacar que este fenómeno está ocurriendo en toda la cadena comercial, desde la que vende una empanada hasta el que vende un auto de lujo.

El llamado a las autoridades competentes para que se unan a este clamor y salven al pueblo que es quien a diario se rompe el coco viendo cómo llevar los alimentos a su hogar, lo que se vuelve minuto a minuto una misión imposible con un salario de 40 mil bolívares mensuales con los que no se puede comprar en estos momentos ni siquiera una harina de maíz y una mantequilla.

Noticia Digital.-

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